De regreso a los Estados Unidos, no todo estaba bien dentro de KISS. Eric dejó de hablarme durante la gira Crazy Nights. Hacía su rutina y se quedaba callado, parecía estar molesto conmigo por algo, así que finalmente, después de meses -¡meses!- tuve que sentarlo y leerle la cartilla. “No puedes simplemente hacer ese tipo de mierda por esta cantidad de tiempo.”
Pudo haber sonado dictatorial, pero la verdad era que él estaba ahí para tocar la batería y ser un miembro del equipo. El silencio y la tensión se habían vuelto insoportables. “Esta incomunicación de mierda termina hoy,” le dije.
Y así fue. Parecía que necesitaba un poco de ayuda para salir de esa prisión auto impuesta.
Las cosas con Eric estaban definitivamente volviéndose cada vez más raras, pero regularmente tendían a ser así. Siempre que estábamos los dos en Los Ángeles, lo invitaba a venir y pasar el rato conmigo. “¿Irá alguien más?” siempre decía.
Si había más gente conmigo, le decía, “Eric, son gente amable, estamos divirtiéndonos, ven un rato” Pero si no había nadie más, se negaba a venir.
En la gira Crazy Nights, había empezado a obsesionarse con no ser el baterista original. Todo el asunto era irracional. ¿Qué le podía decir? Era verdad, él no era ni podría ser nunca el baterista orginal.
Del otro lado estaba Gene, que no había contribuido con nada de calidad para Crazy Nights. Lo más preocupante era que no parecía interesado en contribuir. Y cuando vino el tiempo de hacer unas cuantas canciones para nuestro compilatorio -Smashes, Thrashes & Hits- de nuevo me quedé haciendo las cosas por mi cuenta.
En ese punto pensé, a la chingada, y a regañadientes decidí tomar el centro del escenario. De la manera en que las cosas estaban funcionando, KISS se había convertido en mi banda. Nunca quise que fuera de esa manera, pero ahí estábamos, esa era la realidad de la situación. Los discos de KISS ya eran en esencia mis discos solistas (de nuevo, una situación que yo definitivamente no quería, pero no tenía opción). En la portada de Smashes, Thrashes & Hits, yo estaba al frente en el centro.
Jódanse.
Y en los videos para las nuevas canciones “Let’s Put the X in Sex” y “(You Make Me) Rock Hard,” yo ni si quiera sostengo una guitarra. Fue ambiguo, yo era el líder, KISS era mi banda ahora, les gustara o no.
Aaaaahhhh, los videos. ¿Qué pueden decirme de ellos?
Para empezar, las canciones eran horribles. “Rock Hard” estaba escrita por mí, Desmond Child y Diane Warren, un caso donde tres mentes hicieron algo terriblemente mal. “X in Sex” no era mucho mejor. Trajimos a una mujer extremadamente talentosa de nombre Rebecca Blake para hacer los videos. Ella había estado envuelta en un par de videos de Prince y había sacado un libro interesante de fotografías de moda de fantasía muy estilizada. Sentíamos que necesitábamos una nueva imagen, y Rebecca tenía visión.
Ella eligió a las mujeres para los videos, las vistió y todo. Cuando me presenté para la grabación, dije, “Estas mujeres lucen como si necesitaran un sándwich, se ven como pelícanos desnutridos.” No tenían tetas ni trasero y se pavoneaban como si estuvieran en un video de Robert Palmer (manos en la cadera, girando con frialdad) como modelos de pasarela, no como chicas metaleras para un video de los ochentas.
Luego ahí estaba mi atuendo. Yo usé una camiseta sin mangas hecha de cadenas y lo acompañé con medias blancas. Yo bailaba por todos lados, me balanceaba en un trapecio y lamía mis dedos mientras un montón de mujeres escuálidas estaban en el fondo. En el curso de esas dos tomas pude escribir un libro sobre qué no hacer en un video musical, quiero decir, yo no camino por las calles en mallas con reflectores de bicicleta pegados a ellos o con camisetas hechas de cadenas. Esto era todo un nuevo nivel de mal gusto. Definitivamente no es mi mejor momento.
Con la gira Crazy Nights en el espejo retrovisor y Smashes, Thrashes & Hits listo para tomar el relevo por un año o algo así, yo tenía otra cosa en mente: una gira solista. Yo estaba harto de la situación en KISS y necesitaba flexionar mis músculos un poco por mi cuenta (y cortar el cordón entre Gene y yo).
Una cierta despreocupación se había desarrollado en KISS, especialmente una vez que tuvimos de nuevo una alineación estable. Tocábamos todo a un millón de kilómetros por hora (Gene dice que fue por entusiasmo), pero eso causó una pérdida de ritmo. En la gira Crazy Nights incluso tuvimos a gente tocando a un lado del escenario algunos patrones con teclados para reforzar la guitarra rítmica, así podía dejar de tocar y brincar más por todos lados y dar más fuerza a la parte vocal que caracterizaba a los ochentas. Mirando atrás, puedo ver porqué el público disminuyó.
Mi inclinación era juntar a una banda de gente con la que nunca había tocado –por el simple hecho de hacer algo diferente- incluso cuando planeaba tocar muchas de las canciones de siempre. Después de todo, las canciones de KISS eran mis canciones, algo sentía con mucha fuerza durante el transcurso de los álbumes sin maquillaje. Esos discos podrían decir KISS, pero las partes que la gente recordaba de ellos eran las mías, ¿por qué no puedo tocar las cosas que escribí? También pensé que tocar solo podría traer algo bueno cuando regresara a la banda. Era la oportunidad de sacar mis frustraciones, la oportunidad de tocar con alguien más y pensar las cosas diferente.
Para mi gira solista, no tenía ilusiones de tocar en arenas, yo solo quería un pequeño espacio creativo y la oportunidad de tocar con diferentes músicos. Así que agendé una serie de conciertos en clubes y armé una banda. Bob Kulick fue mi guitarrista de elección, nuestro trabajo en estudio juntos nos dio cierta familiaridad y me dio plena confianza de que él podría lograrlo. Bob trajo al bajista, Dennis St. James, y yo volteé hacia un tecladista de nombre Gary Corbett, él cantaba, lo cual era importante, porque yo necesitaba otra voz para las armonías. En cuanto a bateristas, dos nombres salieron cuando buscaba. Uno era Greg Bisonette, que había tocado con David Lee Roth, y el otro era Eric Singer. Dennis sugirió a Eric, y yo también había escuchado cosas buenas sobre él de otra gente. Así que le llamé.
Eric Singer estaba grabando en Nueva York en ese tiempo con una banda llamada Badlands de Jake E. Lee, que acababa de salir de la banda de Ozzy. El estudio donde estaban trabajando estaba justo doblando la esquina de donde estaba la oficina donde manejábamos a KISS. Eric fue a la oficina y me dio algunos CDs de su trabajo en Black Sabbath. Él también había hecho todos los demos para Sonic Temple de The Cult, y había ido de gira con Gary Moore (el legendario guitarrista Irlandés) el año anterior.
Eric parecía prometedor, así que le pedí que fuera al estudio de ensayos para tocar algo con el resto de la banda. Fue difícil para mí evaluarlo, porque cuando se trata de bateristas tienes que fijarte en más que solo sigan el ritmo, necesitan tocar delante, en, detrás del ritmo, de manera que sea favorable para todos los demás. Pero incluso en esa primer sesión, sonó tremendo.
La banda estaba ensamblada y nos fuimos de costa a costa a tocar.
No creo que a Gene le importaba mi gira solista para nada. Si algo significó mi decisión para él, probablemente fue sentirse mejor sobre lo que él hacía o no hacía. Eric Carr por otro lado, estaba triste porque yo hiciera otras cosas fuera de KISS. Él también parecía sentirse mal de no poder estar en mi banda solista, incluso tras tener que explicarle que el punto era, para mí, hacer algo diferente, por mi cuenta. “Tú eres el baterista de KISS,” le dije. “No puedes ser mi baterista de respaldo.”
Era emocionante (y liberador) salir al escenario por mi cuenta. Una noche tocamos en un concierto muy concurrido en Brooklyn en un famoso club llamado L’Amour, y un chico subió al escenario y trató de abrazarme. De repente había una enorme bola de pelo en el escenario, el invasor había arrancado algunas de mis extensiones de cabello. Todos usaban extensiones de cabello en ese entonces, y cuando esto me pasó, parecía que había una rata muerta en el escenario.
Cuando la gira pasó por Manhattan para dos conciertos en el Ritz, Eric Carr fue a una de las fechas y se sentó en el balcón con la cabeza apoyada a la barandilla durante todo el show. Después fue a los camerinos y de la nada se volteó hacia Eric Singer y dijo, “Tú me vas a reemplazar.”
“¿De qué estás hablando?” Le dije.
“Él me va a reemplazar en KISS,” dijo Eric Carr, señalando a Eric Singer.
“Escucha, Eric, tú eres el baterista en KISS, y él es el baterista en mi banda solista.”
Eric Carr no estaba feliz a finales de los ochentas. Había comenzado a beber más y probablemente estaba consumiendo drogas también, aunque no estaba seguro. La gente tiende a ocultarme su uso de drogas desde que saben que yo me opongo totalmente a ello. No sé si su aumento de la bebida exacerbó por lo que quiera que él estaba pasando, o si la bebida fue resultado de su infelicidad. Pero estaba comenzando a ser errático.